En la Embajada de Nicaragua en Buenos Aires, la anfitriona Embajadora Norma Moreno, recibió a diferentes personalidades del quehacer público nacional, con motivo de cumplirse el 80° aniversario de la muerte del General Augusto César Sandino, luchador de la emancipación latinoamericana e inspirador del histórico Frente Sandinista de Liberación Nacional, que hoy gobierna ese país hermano. Entre otros, estuvieron presentes Pablo Vilas, director de la Casa Patria Grande Néstor Kirchner; Dora Molina, presidenta del Comité de Solidaridad con Nicaragua; Pablo Ferreria, legislador de la Ciudad de Buenos Aires.
Estas fueron las palabras pronunciadas por Carlos Raimundi, que preside la comisión parlamentaria de amistad con Nicaragua:
Escuchaba recién a nuestra Compañera Embajadora cuando leía párrafos de Sandino, y en ellos él hablaba a la vez de latinoamericanismo y de nación. Justamente ayer, estuve reunido con un grupo de compañeros discutiendo un documento, y volvió a surgir la cuestión de los alcances de la palabra ‘nación’. Y no hay contradicción. Creo que, en primer lugar, no debemos entregar a la derecha la idea de nación, sino darle nuestro propio contenido, como antagónica de lo ‘antinacional’, que todos tenemos bien claro. Pero, fundamentalmente, porque para nosotros Latinoamérica es la nación, y ambos conceptos se sintetizan en la idea de la Patria Grande.
La reciente reunión de la CELAC es otro gran ejemplo de cambio de época. Hasta no hace mucho era imposible resolver cualquier detalle de política regional sin la tutela de los EE.UU. y la OEA, y hoy han sido excluidos. Se trata de procesos estructurales que no están acabados, pero sí iniciados.
Leyendo a Noam Chomsky, él solía decir que en los EE.UU. hay un solo partido político con dos facciones. Hoy sostiene que hay una sola facción, ya que las políticas demócratas se han volcado al conservadurismo. Pero no se trata de la política como confrontación entre partidos. Ojalá tuviéramos la oportunidad de confrontar dos proyectos surgidos de los propios partidos políticos en nuestra región. Pero no es así. De un lado están los gobiernos populares defendiendo la política, del otro lado los partidos de oposición, funcionales a los proyectos del poder. En su momento era la Escuela de las Américas la que adiestraba a los militares, después fue la Escuela de Chicago y el ahogo financiero, y hoy es la SIP, la CNN, el Wall Street Journal, y toda su cadena de lacayos desestabilizadores.
El habernos desprendido del esquema financiero que significaba el ALCA es una de esas pre-condiciones que caracterizan a lo que Emir Sader denomina ‘el período pos-neoliberal’. Pero vemos que llega un punto en que nos enfrentamos con límites estructurales con los que no se puede continuar. O se los supera con políticas de fondo, o nos vuelven a ganar. Porque la contraofensiva es clarísima.
Lo planteado en la reciente reunión de la CELAC, en términos de coordinación macroeconómica, políticas industriales coordinadas, independencia tecnológica, valor agregado, hay que financiarlo. Y eso torna imperativo profundizar una institución como el Banco del Sur, la moneda de intercambio regional o la repatriación de reservas internacionales. Y en este sentido, la voluntad de Brasil –por sus dimensiones- resulta fundamental.
Termino reiterando mi alegría. Creo que estamos en el buen camino, pero al mismo tiempo con muchas amenazas. Cuando uno está en la mitad del río, lo que no puede hacer es volver. Lo tiene que seguir cruzando por más peligroso que parezca, por más amenazante. Es un desafío a la movilización de nuestros pueblos, porque esta vez hay condiciones para que no nos dobleguen. Ahí es donde nos encontramos, nos topamos con el legado de Sandino, de Néstor, de Chávez. Esta vez no nos pueden doblegar.
Muchísimas gracias.-