Buenas tardes a todas y todos.
Quisiera agradecer la presencia de todos ustedes y felicitar a la señora diputada García por la amplitud y por el sentido de la convocatoria. Puede haber convocatorias grandes pero ésta establece prioridades.
En el seno de la comisión se están discutiendo proyectos relacionados con la producción pública y con el relanzamiento de la idea de los genéricos. El proyecto que nosotros humildemente acercamos tiene que ver con el mercado de los medicamentos y con el precio, pero todas las iniciativas van orientadas en una dirección.
Ustedes hoy van a llevarse el CD, y en la página de Internet de la Cámara tiene acceso a todos los proyectos presentados. Por lo tanto, pueden mirar, analizar, modificar y sugerir sobre el texto del proyecto.
La experiencia nos indica que en estas y muchas otras materias legislativas es importante el texto de los proyectos porque, en definitiva, es lo que luego se convierte en norma positiva. Sin embargo, a mi juicio, tal vez es más importante el contexto de debate que abre un proyecto, y en esa dirección van dirigidas estas breves palabras.Entonces, en primer lugar, la idea es plantearles desde dónde está presentado el proyecto.
En mi caso particular, no lo presento desde mi condición de protagonista del sistema de salud porque no lo soy, pero sí desde mi concepción ideológica; no tengo problema en decir que lo hago desde mi formación ideológica. Ello implica, para decirlo con la mayor simpleza posible, tratar de ubicarme en la mirada del usuario del sistema -que es el eslabón más débil de la cadena-, de la persona que acude al sistema de salud y en este caso al medicamento, la parte del sistema que sugiere que existe un estado de enfermedad porque de lo contrario no se acudiría a él.
En general, nadie acude al sistema de salud y en particular al medicamento desde la alegría sino desde la necesidad. Esa es la lógica con la que entendemos todo el proceso y no el proyecto que sólo es un pequeño engranaje de un sistema muchísimo mayor.
Modestamente, tengo la sensación de que hay que contemplar el sistema. Les pido disculpas si reitero cosas que ustedes conocen de sobra, pero es bueno que sepan que de este lado hay quien piensa como lo hacemos nosotros.
Si analizamos el sistema desde los montos y desde el presupuesto, sumamos presupuesto público y gasto privado –de la sociedad y de las instituciones- y lo dividimos por la cantidad de habitantes, arroja más allá de la suma específica, una suma de dinero per cápita destinada al sistema de salud. Dicha suma no es pequeña y no se refiere a un sistema subdesarrollado sino a uno que perfectamente podría estar a la altura de los países con desarrollo medio o medio-alto en materia de políticas de salud.
Si se analiza adónde va dirigida la masa principal, puede verse la envergadura que tienen las áreas de los medicamentos, de la complejidad y de la aparatología. Tanto una como la otra presuponen que son utilizadas cuando la persona ya está enferma o debe acudir al sistema por una irregularidad o por un problema. Personalmente, esto me parece que es injusto y que no habla de un sistema que optimiza la asignación de ese dinero destinado a la salud. Probablemente, si se lo destinara para los eslabones anteriores, tendríamos una menor masa de recursos pero mejor utilizada, y sí estaríamos hablando de una política de salud, no de una que destina una masa de recursos superior a la aconsejable cuando la salud ya se problematizó.
Por otro lado, quiero plantear una cuestión desde la cotidianeidad. En los hospitales públicos diariamente se ven colas de decenas de pacientes, que en general son de condición humilde, para utilizar un servicio o para sacarse una radiografía. Y a pocas cuadras de ahí se puede ver un instituto privado con una hotelería y un sistema de organización de excelencia con el mismo servicio pero utilizado por muchísima menos gente. ¿Por qué? Porque es amortizado por una capacidad contributiva superior. Entonces, uno dice: ¿cómo puede ser? Existe el riesgo de que el primero de los dos se descomponga más rápido, se tenga que ir a la casa, tenga que volver a sacar turno y tenga que volver a ir. Existe esa posibilidad. Pero, ¿por qué unas condiciones para unos y diferentes para otros, tratándose de salud y no de una agencia de viajes a los destinos turísticos más importantes del mundo?
Esto me lleva a tratar de luchar también por recuperar la idea de un sistema integrado, donde toda la oferta esté equitativamente destinada a toda la demanda. Yo sé que es un problema de mucha complejidad, porque la Argentina tiene un sistema público que convive con el sistema de las obras sociales, con el PAMI y con el sistema prepago. Si uno a eso le agrega los organismos similares a nivel provincial, esto es, le suma complejidad, y si uno añade que las obras sociales no son lo mismo en un gran sindicado que en otro más pequeño, verá perfectamente que es un sistema complejo. Pero la complejidad del sistema no debería ser una excusa para no hacer lo que hay que hacer en términos de luchar por un sistema integrado.
El último punto tiene que ver con el sentido del proyecto, que es crear un consejo que atienda las condiciones del mercado de medicamentos. Aquí también podrían surgir preguntas. Por qué el consejo integrado de esta manera y no de esta otra, por ejemplo. Todas esas preguntas las tienen que discutir los protagonistas, los miembros de la comisión, los actores públicos y privados, las instituciones que los representan. Está todo abierto en ese sentido. A mí lo que me interesa es ver si podemos poner en discusión si es justo lo que se está pagando hoy por los medicamentos. Eso es lo que me interesa en términos de objetivos del proyecto. La manera de regularlo es un problema de segundo rango. Lo central es si hace falta o no que el poder político se involucre de una manera mucho más activa en lo que sucede en el mercado de medicamentos.
Ahora bien, por ejemplo, si nosotros estudiamos cuál es el costo de producción y lo relacionamos con el precio final de la marca comercial y vemos una relación justa, entonces no hay razón de ser para este proyecto. Yo sería el primero en decir: “Lo retiro porque el objetivo está cumplido”. Pero cuando analizamos lo que cuesta producir un medicamento básico y lo que se vende al consumidor final, volvemos al principio. Si yo hago esa relación me puedo ubicar perfectamente en el lugar de defender la tasa de ganancia de cada una de las empresas o de los actores que están involucrados en esa cadena. Y no descarto que haya legisladores que hayan sido votados para defender ese interés. Yo creo haber sido votado para defender otro interés, que es ver cuál es el poder adquisitivo de la gente más humilde, cuánto gasta en medicamentos y si eso es realmente justo. Hay que defender ese lugar porque los escritorios de la política, de los ministerios, de las instituciones públicas, ya tienen suficiente presión del lado privado. Y me parece que tenemos que hacer mucha presión del lado popular.
Ese es en definitiva el sentido de este proyecto; todo lo demás está abierto a ser discutido. El sentido es tratar de ayudar a que haya un sistema más justo en un área en la que no puede haber bienes de mercado sino bienes sociales. En este sentido, instamos a las provincias a que adhieran a un esquema que debería compartir grandes lineamientos tanto a nivel nacional como de las distintas provincias.
No tengo mucho más que decir. Sí los voy a invitar a que lean el texto del proyecto a través del CD que se van a llevar.
Por último, quiero saludar y felicitar nuevamente a la señora diputada Andrea García. (Aplausos.)